domingo, 27 de febrero de 2022

Bienvenida

Accede, desde aquí, al perfil y a los poemas de mis amigos

Email: rafael.vilas.garcia@gmail.com

Unas palabras a modo de introducción:
Comienzo este año de 2021 con esta propuesta literaria. Son muchos los poetas y poetisas que me honran con su amistad y expresan lo mejor de ellos mediante el arte de la palabra.
Valga como ejemplo los que en "La Ballesta de Papel", revista literaria de los Amigos de La Biblioteca de Priego de Córdoba, cuyo número 18 vio la luz en diciembre de 2020, difunden sus obras.
Con la intención de dar a conocer su poética, este primer día del año 2021, abro este blog con la esperanza de llenarlo de poesías que nos hagan disfrutar a los que amamos tan noble arte.

Rafael E. Vilas García
Priego de Córdoba, 1 de enero de 2021

martes, 15 de febrero de 2022

Lo inevitable - Mª Antonia Gutiérrez Huete

 Lo inevitable


Vertiginosamente
sube las escaleras
de la vida en su sueño
de los quince. Repleta
de anhelo y enamorada
del mundo hasta las trenzas,
no repara en mis ojos
tímidos que la observan
a través de un instante
robado. Mi pequeña
y ya quiere ser mayor,
creyéndose princesa
rescatada de un cuento.

Nublada de inocencia,
esconde sus quince años
bajo una camiseta
de mujer recién hecha.

Perfila su belleza
con lápices de fuego
que huelen a frambuesa
y saben a vainilla.

La miro mientras ella
aprende a caminar
sola, con las estrellas
prendidas en su pelo.

Son quince primaveras
sobre un par de tacones
en la ventana abierta
de su alma de chiquilla.

El mundo la secuestra
cada tarde a esta hora,
y me deja una estela
de mansa incertidumbre
con dolor de cabeza.

Inevitablemente,
la vida es su bandera
y el tiempo, un gran caballo
negro, que se la lleva.

Ma. Antonia Gutiérrez Huete
Fotografía de Ana Gallego

Un toro que soñaba lluvia - Manuel Molina González


 








Un toro que soñaba lluvia

Llueve.
 
Los toros bravos se echan cuando llueve.
 
No les gustan los círculos concéntricos,
mejor las coloridas líneas del horizonte.

Sueñan avenidas enormes para correr.

Sueñan mares azules, pequeñas islas
y recorren callejas blancas y angostas.

Persiguen extraños hilos. Escarban.

Luchan con ninguna salida. Mugen.

Sueñan,
y ven llover.

Lluvia

Lluvia

Lluvia.

Yo también temo los aguijones hirientes.

Días de Perros, En huida, Sevilla (2018)
Manuel Molina González
Fotografía de Ana Gallego

El Huerto vivido - Francisco Cesar García



"Deberíamos vivir tantas veces
como los árboles,
que pasado un año malo
echan nuevas hojas
y vuelven a empezar".
José Luis Sampedro.


 

El huerto vivido

Y, una vez vividas mil y más vidas,
regresar y ver las hojas de cualquiera de ellas,
cómo han caído esas y todas las demás;
sentir como trasminan sus flores,
percibiendo el cambio en sus aromas.

Mirando las raíces sabríamos de la dureza
del trajín diario, la difícil tarea de la vida
en su tenaz resistencia ante el enigma.
Poco a poco perderíamos el miedo a la muerte,
aunque la tenacidad de seguir viviendo perdurase.

Que extrañas máquinas los hombres,
el pan, el vino, los diversos frutos que nos sostienen,
se transmutan en suspiros, risas y sueños.

Somos, en la medida que se pueda afirmar,
gracias a los que nos rodean y nos hacen sentirlo:
ellos son los labradores que hacen germinar la semilla.

Francisco Cesar García
Fotografía de Ana Gallego

Sabor - Andrés Aguilar Pérez


 











Sabor a to’ me sabe a ti


No me sabe mi boca a helio tanzano,
ni transpiro irritación en lenguas vernáculas
que aspiran a complicar
aumentando el DRAE con mis banalidades.

Casi a veces, cuando nacemos juntos
y caminamos juntos
y te pones mis sulfurosas camisetas
que rozan y han acariciado pezones
pero no te puedes poner mis dedos
mis dedos no son los dedos que abren tus labios.

Siempre has soñado ser mi almohada
para sostener mi cabeza durmiendo y tú,
durmiendo, me acompañas,
fortuna de su turbio velo
el sueño oscuro de mis divertidas,
perversas pesadillas.

¡Cómo te recuerdo!

Y se advierten signos en los cielos
caen como bloques de un estúpido
juego de construcción de necedades,
nada tiene sentido si te quedas
donde estás y no me atrevo
a dar un paso al vacío del mañana
para desencriptar jeroglíficos
que aterrorizan, ágrafas mis neuronas,
no entender cómo me miras
cuando me hablas y cuando omites.

El helio no huele,
no hay selvas en las ciudades,
alambradas colmenas
que sirven de residencia
a la soberbia y a olvidados sueños
que dejaron de aspirar a nada.

No te olvido porque no quiero,
solo quedan en los huecos de mi memoria
el suspiro de pájaros congelados
en las perennes selvas de Siberia
y cumpleaños en septiembre.

El helio no huele,
igualmente me inquieta la duda
de saber cómo con lechuguilla
de lino y almidón
podría mirarme el ombligo
y si escribo cartas de condolencia
a mi martirizado cerebro,
que conservo en aguardentosos tarros
para seguir cultivando mi ego
en tu ignorancia impregnada de amor,
así te engaño en mis sueños
mientras tus tardígrados
todos tus tardígrados viajan
por el espacio, ausente
de oxígeno y de vida,
buscando mezclarse
con los motivos que nos separan:
tu a Siberia y yo
a la ausencia de helio en mi boca,
un espacio infinito entre tus labios
mi lengua y las papilas gustativas
que peinan tus pupilas ebrias de miradas,
sustantivas y diminutivizadas.

Andrés Aguilar

El Viejo - Rosario Guardeño















El Viejo

Se me pasaron los años
y ya he llegado a viejo.

Dejo el Sol y la tierra,
nubes, Luna y estrellas,
aire, agua, también dejó,
y variedad de semillas
para que siembre el suelo.

Dejo sierras y montañas
mezquitas y monumentos,
árboles, animales, plantas,
que ya van quedando menos.

Casas y bloque de pisos
que casi llega al cielo,
dejo escuelas y maestros
con libros nuevos y viejos.

Para virus e infecciones
variedad de medicinas,
traducción operaciones,
le láser y las vacunas.

Varias guerras ya pasadas,
carreteras asfaltadas,
autobuses y coches nuevos.

la vía, el tren, el AVE,
aviones y misiles
el ántrax y armas de fuego.

Y con dolor de corazón
la bomba atómica dejo,
que no la uses espero
por el bien del todo entero.

Niño del año dos mil
todo en tú manos lo dejó,
yo ya me marcho de aquí
por qué he llegado a viejo.

Espero niño que tú,
con tu fe y juventud,
hagas algo por la tierra
y todo lo que te dejo.

Que negocies por la paz,

y que no vivas la guerra
como la vivió tu abuelo.

Rosario Guardeño

Me alzaré como el fénix - Fernando Prior Castro

















Me alzaré como el fénix…

Las encinas conocen mi dolor pero no hablan.

Esta noche heló y el invierno será frío.

Una paloma herida se posó sobre la hierba. Tiene el buche lleno de bellotas pero está sola. Sus compañeras escaparon.

Estoy solo y herido como ella. Perdido en mi dolor.

Ando de puerta en puerta llamando, pero mi voz es viento y mi mano débil como la niebla.

Los oídos sordos no quieren escuchar mi soledad, mi pena y sufrimiento.

Quizás piensan que he fracasado, que no tengo vida ni futuro…

Pero me alzaré como el fénix que de sus cenizas toma cuerpo.

Volaré como las águilas oteando desde lo alto de los cielos.

Cantaré como los pájaros cuando el sol alumbra la mañana.

Abonaré mi corazón con el abono del amor.

Sembraré semillas de esperanza en el huerto de mi alma,

Sonreiré como las flores cuyos colores atraen a las abejas que liban su néctar

Reiré con la inocente y pura risa de los niños cuando juegan en el parque.

Le pondré rostro a la alegría y su bandera ondeará en mi frente.

Descorreré el velo que las cubre para que las estrellas brillen en mi noche.

Iluminaré el negro pesimismo con el luminoso sol del optimismo.

Arrojaré al fondo del océano mis dudas y temores.

Navegaré con banderas de utópica ilusión.

Descansaré sereno como los ríos que se duermen en el mar.

Pero nunca, nunca dejaré de caminar, de buscar, de luchar, de respirar, de amar…. ¡Nunca!

Así esperaré la llegada de la muerte.


Fernando Prior Castro
El Vacar 21 de noviembre de 2020

Chico - Antonio Llamas Ordóñez


Chico

Quiero desaparecer y estar aquí
quiero irme y no morir.

Quiero ser, pero sin existir
quiero perdurar,
tener alas, ser raíz.

Saber que perduro,
volar bajo tierra,
llorar y vivir, quiero vivir.

Quiero odiar la muerte,
sin que ella me odie a mi.

Quiero ser frágil,
tener valor sin tenerte a ti...

Y te vas y me retiro
y te llamo y ya no estas aquí
y te has ido sin mi.

Llamo a la vida, a tu vida
pero ya no respondes, te fuiste
y quiero ser tu alma
quiero que aúlles, que ladres!

Pero ahora solo puedo
convertirte en árbol
ahora estas mudo,
estas bajo tierra
y ya no escuchas
ya no eres feliz
ahora del ciruelo.
solo eres parte de su raíz.
y yo me quedare aquí sin ti.

Eras mejor que cualquier persona,
eras distinto, algo más
que un simple perro.

Era mi Chico.

Antonio Llamas Ordóñez 

La puerta - Andrés Osado Gracia


 











La puerta


Dependes de una palabra;
de ese dedo de Miguel Ángel,
para construir una realidad
distintiva de ti.

El olvido, derrama
un mundo desconocido
y sin nombre.

Solo mi cerebro,
como constructor de realidad,
puede abrir o cerrar la puerta.

Andrés Osado Gracia, 29-1-22
Fotografía de Ana Gallego

Círculo Perfecto - Consuelo Aguayo













Círculo perfecto


Entre las oquedades grises, estrechas, desiguales
que rumorea la neblina de espumas sin pálpitos,
de bocas sin caras, de voces sin palabras,
tu cuerpo, corona orbital de escamas infinitas,
arrulla el espacio del círculo perfecto,
insuperablemente concéntrico, anudado,
fulminante tentación del eterno retorno
que lanza mis pasos inexorablemente
a escalar por tu boca, por tus besos,
por la frente inconfundible de tu páramo
abierto al párpado liso y transparente,
que me impele a ascender por el halo de tu sonrisa,
a subir por la caricia que viaja al centro del abrazo.

Consuelo Aguayo Ruiz-Ruano
Fotografía de Rafael Vilas

sábado, 15 de enero de 2022

Bendícenos - Francisco Cesar García

 











Y a Dios escribo diez cartas de papel de lágrimas
Las envío por correo certificado,
Pero él no contesta a su siervo.
¡Oh, Dios! Pues, 
¿a quién enviamos los dolores que sufrimos?
Adnan Al-Sayegh.




Bendícenos


Perdona nuestra añoranza y,
después, quítanosla.

Los sueños, que Tú sabes inútiles, bórralos
pero consérvanos el poder de evocarlos.

La esperanza que mantenemos, aunque sea
a modo de teatro, cuídala para nosotros
como una flor rara.

Esa rara condición que llamamos amor
hazla crecer, aunque no tenga destino.

Perdona que no entremos dócilmente en la noche,
ese pequeño pecado de arrogancia.

No nos destierres en nuestras imperfecciones,
ayúdanos en los errores para que el dolor no perdure.

Bendícenos, aunque sea con voz airada.

Francisco Cesar García
Fotografía de Ana Gallego