Mi maestro de nubes
Aún siento el calor
de tus manos en mi espalda.
El rumor de tu risa.
Veo tu silla de anea.
El bastón en tus manos.
Aún miro el sendero,
por si vuelves.
Mi maestro de nubes.
Interpretabas como nadie
aquellas nubes blancas
en el cielo azul.
Mira niña, un gato.
No, abuelo, es un león.
Y el reía, sonreía siempre.
Mira esa redondita,
me pareces tu;
mira, hasta tiene tus trenzas.
No te irás nunca de mi pensamiento,
porque te quise, porque te quiero
y a pesar de los años
no te irás de mis recuerdos.
Pilar Barrera